Por Leannelis Cárdenas. Musicóloga
Fotos cortesía de la autora
La formación de nuestra cultura se ha erigido sobre la base de las migraciones provenientes de zonas geográficas diversas. Además de los continentes africano y europeo, otras regiones como el Caribe han legado innumerables valores a nuestra nación para conformar su identidad cultural.
Asentados desde principios del siglo XX en el poblado azucarero de Baragüá, provincia Ciego de Ávila, los descendientes del Caribe anglófono han sabido preservar y transmitir de generación en generación todo un imaginario cultural que hoy resulta rasgo particular de dicha comunidad. El apego a las tradiciones legadas por sus antepasados y la necesidad de mantenerlas vivas, propició la creación del conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta en 1975.

Portadores indiscutibles de las manifestaciones músico-danzarias provenientes de islas como Jamaica y Barbados, La Cinta realiza un arduo trabajo de preservación y socialización de rasgos propios de la cultura anglocaribeña y expresan su arte dentro y fuera del territorio nacional. Gracias al respeto por la herencia cultural que defienden, la calidad artística de su performance y la entrega que muestran en cada una de sus presentaciones, el conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta resulta digno representante de la cultura popular tradicional de esta zona geográfica.
Haciendo historia
Durante las primeras décadas del siglo XX, Cuba evidenció un creciente desarrollo de la industria azucarera. Grandes terrenos destinados a la agricultura se sembraron de caña, materia prima fundamental para la producción del azúcar, producto que encabezó los primeros renglones de nuestra economía por muchos años. Aparejado a esto y, además, favorecida por la introducción en la Isla de nuevas tecnologías y maquinarias industriales, de conjunto con la inversión de capital norteamericano, comenzó la construcción de un mayor número de centrales a lo largo y ancho de todo el país.
Como consecuencia de la construcción del entonces central Baraguá —hoy central Ecuador—, el municipio Baraguá, perteneciente a la provincia Ciego de Ávila, se convirtió en un importante asentamiento de inmigrantes caribeños. A este poblado llegaron personas provenientes, en mayor medida, de islas angloparlantes como Monserrat, Antigua, San Vicente, Santa Lucía, Guadalupe, Granada, Gran Caimán, Barbados y Jamaica —estas dos últimas las de mayor número de emigrantes—, por lo que resultan las culturas dominantes dentro de este grupo social, a cuya zona de viviendas se le conoce como barrio jamaicano.
De ellos se destacan como rasgos característicos sus comidas, bebidas y organización social. En todo barrio jamaicano uno de los elementos más notorios es la existencia de una iglesia protestante (religión proveniente de Inglaterra, por haber sido su metrópolis), así como algunos clubes o sociedades para promover y desarrollar su música, bailes y, sobre todo, sus celebraciones, como la fiesta del 1ro de agosto, la cual aúna todos los aspectos culturales antes mencionados y funge como principal rasgo identitario de las tradiciones culturales anglocaribeñas de la provincia de Ciego de Ávila.
La adopción y preservación de estas tradiciones, así como la capacidad de la comunidad de asumirlas como propias, propiciaron la creación y fundación de varios grupos folclóricos. Uno de estos es el conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta, destacada agrupación a nivel nacional.
El conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta. Fundación y desarrollo
La Cinta es catalogado a nivel nacional, como uno de los exponentes más representativos de las tradiciones de antecedente anglocaribeño presentes en Baraguá y también de la avileña. Su creación resulta producto innegable de todo el proceso de formación, asimilación y desarrollo del acervo cultural de dicha comunidad. Tras varias décadas, las prácticas tradicionales del grupo social que habita en suelo baragüense, unidas a nuevas ideas y propuestas culturales del gobierno revolucionario, lo materializan en un producto artístico de gran valor y calidad.

No es hasta 1975, como resultado de su unión con la agrupación Calipso Boys y la suma de años de prácticas tradicionales, se funda lo que se conoce hoy como conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta, bajo la dirección general de Alonso Jordán, quien estuvo al frente de la misma hasta 1985 y se desempeñó como cantante principal y ejecutante del triángulo. Durante esta etapa, Jordán contó con la colaboración de James Willeston Phillips (nieto de barbadense y actual director del conjunto), como monitor y Gladys González, como la primera instructora de arte danzario que colabora con ellos.
Son recordados por los informantes como los fundadores y primeros miembros de la agrupación descendientes directos de inmigrantes anglocaribeños (primera y segunda generación), quienes trabajaron vinculados con los instructores de arte formados por la Revolución. Entre ellos se citan nombres como el del propio Alonso Jordán, William Miller, Clement Ford, José Griffin, Federico Gay, Papacito Grant, Francisco Campbell, Arli Lasli, Enma Parris, Julia Nelson, Yunaysi Clark, Rosa Phillips y James Willeston Phillips, entre otros,
El trabajo en conjunto entre los descendientes y los instructores de arte fue de vital importancia para la confección y organización del repertorio. Los primeros se dedicaron a aportar sus conocimientos y a enriquecer esas prácticas músico-danzarias de las que son portadores, mientras que los segundos se dieron a la tarea de corregir, teatralizar y organizar en escena toda la información obtenida, con el fin de convertirla en un producto de gran valor artístico, siempre respetando la tradición y la autenticidad.
Un rasgo característico de los inmigrantes del Caribe anglófono asentados en la comunidad baragüense es su capacidad de transmitir mediante la oralidad el imaginario cultural del que son deudores, de inculcar el respeto a sus antepasados y el amor por la tradición en cada generación de descendientes. El hombre caribeño y su habilidad para reproducir y transmitir esto a otros sujetos, ya fuera dentro de la familia o la comunidad, entendiéndolas como lenguaje común y distintivo de un grupo social, devino principal elemento de conservación y preservación de la memoria histórica, cuyos resultados artísticos le convirtieron en su más relevante exponente y defensor.
El período transcurrido desde su fundación —1975— hasta 1985 —fecha en que muere Alonso Jordán y por tanto se establece un cambio en la dirección—, puede ser considerado como una etapa de fundación y concreción de la labor artística y está caracterizado por la participación de descendientes de inmigrantes anglocaribeños. Ya no serán solo los portadores llegados de las islas caribeñas quienes integren esta agrupación —como sucedió con las anteriores—, sino sus hijos, nietos, familiares, descendientes en general, razón por la que puede ser considerado como grupo de practicantes reproductores.[1]

A partir de 1985, la nueva dirección es asumida, en un primer momento, por Fernando Sánchez y, pocos años después y hasta la actualidad, por James Willeston Phillips. La labor de la agrupación alcanza mayor auge y visibilización dentro de la propia comunidad hasta que entrada la segunda mitad de la década de 1980 y la de los noventa, La Cinta se posiciona como principal animador y anfitrión de la fiesta del 1ro. de agosto, hecho que ha cobrado más fuerza con el paso de los años y permite una mayor interacción entre la comunidad y el conjunto. Igualmente, durante esta etapa se consigue el mayor auge de la agrupación a nivel nacional e internacional, siendo continuas las presentaciones en escenarios de varias partes del país y del mundo. Es la primera y única agrupación que recibe el Premio Memoria Viva (1994) que otorgaba el entonces Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello.
A partir de 2008 se experimenta en el conjunto una dismunición en cuanto a las actividades realizadas, aspecto que repercute y afecta directamente la motivación de sus integrantes. Durante este período —que llega hasta la actualidad—, comienza a mermar su presencia tanto en actividades internacionales como en eventos culturales de carácter nacional.
En la actualidad se han incorporado nuevos miembros a la agrupación y se mantiene su interacción continua con los más experimentados del conjunto y con la opinión experta de los más ancianos de la comunidad. Cada ensayo o presentación del grupo, así como cada conversación, festividad o reunión familiar se convierte en una clase magistral para aquellos que pretenden integrar el conjunto y defender su arte.
Es importante aclarar que la edad nunca ha sido factor determinante para formar parte del grupo, por lo que es común que coexistan varias generaciones (20, 40 y 60 años).[2] La variedad etaria y, a su vez, la compenetración y el trabajo en conjunto, es lo que permite que se mantenga viva la tradición y se propicie la transmisión oral de forma continua.
Composición del conjunto La Cinta
La Cinta está concebido como un único y gran espectáculo donde participan dos grupos vocal-instrumentales y uno danzario. Los dos primeros responden a los conjuntos Tuk Band y Calipso Boys. De un total de veintisiete integrantes aproximadamente, doce se desempeñan como bailarines —siempre en parejas— y el resto como músicos. Es importante destacar que algunos de los músicos de Calipso Boys ejercen como bailarines.
El formato instrumental de Calipso Boys —como se conoce hoy—, es el resultado de la asimilación de instrumentos de la música cubana y está integrado por guitarra, contrabajo, tres, tumbadora, bongó y tres vocalistas que, a su vez, ejecutan algún idiófono como el triángulo, las claves y, en ocasiones, las panderetas. En la actualidad interpretan un repertorio de calipsos y canciones tradicionales de las antiguas colonias inglesas en el Caribe.
Por su parte, para la ejecución de la música que acompaña al tejido de las cintas y otros bailes similares de corte folclórico característicos de la comunidad, se emplea la denominada banda de cinta o tuk band,la cual no ha experimentado ninguna inclusión de instrumentos de la música cubana por lo cual se considera que es el más apegado a la tradición musical del Caribe anglófono. La Turk Band o Banda a la turca (en español) a la que hacemos referencia, es un conjunto instrumental compuesto por tres redoblantes, un bombo y un triángulo.

El repertorio de La Cinta como elemento identitario de la comunidad baragüense
La Cinta cuenta con un repertorio de veinte canciones aproximadamente, todas en idioma inglés, cada una de las cuales es acompañada de una danza determinada. De acuerdo con los informantes en las entrevistas realizadas y los documentos consultados, estas piezas son calipsos, pero en realidad resultan reproducciones de calipsos, mentó, canciones de trabajo y de juegos infantiles interpretados en las islas anglocaribeñas y reproducidas en suelo cubano a principios del siglo XX.
A diferencia de los calipsos —originalmente ejecutados en las islas caribeñas con un formato de steel band o una agrupación de instrumentos de cuerdas pulsadas con función armónica y otros de percusión—, las piezas aquí interpretadas se acompañan por una tuk band y tres voces.
El aspecto danzario resulta uno de los elementos que más colorido e identidad aporta a dicha comunidad. Existe una estrecha relación entre las canciones y las danzas que las acompañan. En muchos casos el baile está en función de describir las acciones que narra el texto y las piezas bailadas asumen el nombre de los cantos acompañantes. La mayoría de las danzas tiene carácter lúdico e intenta recrear los bailes típicos de las islas del Caribe anglófono y muchas son adaptaciones o reproducciones de los juegos de niños que tenían lugar en las antiguas colonias inglesas. La mayoría se ejecuta en parejas, en posición de baile social abierto y cerrado, sin grandes complejidades a la hora del diseño coreográfico, pero sí con una gran limpieza en los movimientos. Son sumamente enérgicas y cuando se ejecutan se intenta que cada movimiento sea lo más fiel posible a la manera en que bailaban sus antepasados.
Sobre todo en las danzas que recrean antiguos juegos es característica la incorporación de accesorios como los zancos, los sacos, el burrito, entre otros, además de la ejecución de ligeras acrobacias, que fungen como pasos dentro de las coreografías entre las que se pueden mencionar Limbo y Tata Joe, entre otras. Igualmente existen danzas miméticas que reproducen ciertas labores agrícolas como Banana, donde se pueden apreciar los hombres y mujeres durante una recogida de plátanos.
Otro aspecto de suma importancia dentro de la parte danzaria y tal vez el más característico del conjunto es la ejecución por medio del baile de diferentes tejidos, los cuales se realizan alrededor de un mástil del cual cuelgan diversas cintas de colores. Existen tres tipos de variantes: Tejido indio o Indian Platt, el May Pole o Palo de mayo, el tejido de tela de araña[3] y, por último, un cuarto tipo el Tres en uno, que no es más que la unión de los tres anteriores en un mismo y único tejido.
Los asesores y la dirección de la agrupación han organizado el repertorio de cantos y danzas con un fin artístico-representacional, en cuatro espectáculos de 45 minutos cada uno. Ellos son:
- Alegrar a Baraguá: integrado por las obras: “Cocoe Tea”, “Sly Man Goose”, “Brown Skin Girl”, “Mayaya”, “Hold him Joe” e “Indian Platt”.
- El disfrute de mis raíces: “Tejido maya”, “Launch Torn Over”, “Rosi Bell”, “Fire Down Dear”, “Fam Me”, “Sometime” y “Tejido”.
- Soy del Caribe: “Banana”, “Banana Boat”, “Brown Girl in the Ring”, “Tata Joe”, “Lulu”, “Limbo” y “Tejido”.
- Mezcla de sabor y tradición: “Conco Day”; “Give me the thin”, “Pum Pum”, “Come Kild me” y “Tejido”.
El futuro de La Cinta
Como parte de un proceso de protección de los grupos portadores existentes en el país llevado a cabo por la Dirección de Cultura Comunitaria, el conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta asegura su relevo y correcta aprehensión de las tradiciones artísticas entre las nuevas generaciones con la creación de grupos infantiles a los que se les inculcan, desde edades muy tempranas, las prácticas músico-danzarias propias del poblado baragüense. Gracias al entrenamiento recibido por estos niños y a la constante práctica de la tradición, muchos de ellos pasan directamente a integrar La Cinta. La agrupación Caribeñitos o Caribbean Childrens —hoy dirigida por el instructor de arte Mario Arrieta, integrante de La Cinta—, es resultado de lo anteriormente planteado.

La labor del conjunto músico-danzario de folclor caribeño La Cinta dentro y fuera de Cuba, resulta de suma importancia para el desarrollo y la conservación de la cultura popular tradicional ya que, debido a sus características sociales, históricas y culturales específicas, es considerado un grupo portador único en su tipo en el territorio nacional debido a su especial sistema de vida dentro de la comunidad, así como las manifestaciones artísticas que allí se practican, que denotan originalidad. La forma de preservación de la memoria histórica, a partir de la reconstrucción de un imaginario cultural sobre el cual se sustenta el accionar de todo un grupo social, le han permitido mantener viva y activa la tradición.
NOTAS
[1] Jesús Guanche e Idalberto Suco: “El arte popular tradicional”, en Revolución y Cultura, No. 5/ 1886. p. 4
[2] El músico y bailarín activo James Willeston Phillips, de 67 años de edad, es el actual director del conjunto.
[3] “Barrio jamaicano” en www.ecurred.cu/index.php/BarrioJamaicano