Por: MSc. Janet Rodríguez Pino. Musicóloga y percusionista

Estribillos como “La Faílde tocando Almendra; ¡ven, gózalo!” están grabados en la memoria colectiva del público cubano bailador. Con tres producciones discográficas realizadas hasta la fecha[1] y una sólida organización para la gestión y difusión de su música, la Orquesta Faílde continúa desplegando su quehacer musical, que ofrece –entre otras riquezas artísticas– una visión contemporánea del danzón cubano.
Faílde con Tumbao[2], su álbum más reciente, fue lanzado por el sello EGREM en mayo de 2020. Apenas unos meses después, el disco integró el listado de los Best World Music Albums –publicado por el sitio World Music Central[3]–, y resultó nominado a los Latin Grammy Awards 2020 en la categoría de Mejor Álbum Tropical Tradicional. Estos datos constatan la escalada en el mundo discográfico internacional que ha desempeñado la Orquesta Faílde, fundada en 2012 por el flautista cubano Ethiel Faílde.

No es la primera vez que la agrupación matancera alcanza un lugar privilegiado, pues en 2018 integró el Festival Artes de Cuba: From The Island To The World, celebrado en el Kennedy Center For The Performing Arts de Washington D.C. Su participación en el evento marcó en aquellos predios la impronta de la música cubana popular bailable, con su primer fonograma titulado Llegó la Faílde (2017).
En esta ocasión, el álbum Faílde con Tumbao manifiesta el nítido propósito de difundir el patrimonio musical cubano mediante estrategias de tradicionalización y revitalización. Ello no supone que el disco haya sido pensado como una especie de “postal turística”, como sucede con algunas producciones discográficas actuales. En cambio, Faílde con Tumbao refleja conscientemente diversos valores artísticos y socio-culturales, los cuales garantizan que la Orquesta Faílde ocupe posiciones cimeras a nivel nacional e internacional. Sobre la base de este presupuesto, invito al lector a descubrir los derroteros que depara una escucha minuciosa del fonograma.
Toda obra patrimonialista está ligada a un proceso de reconocimiento de la identidad. En este sentido, Faílde con Tumbao es una búsqueda de la identidad cubana, desde algunas de sus aristas. Así, la retórica de los textos –que exaltan los valores de la poesía y la cultura popular de la mayor de las Antillas–, confluye con un avezado manejo de la composición, el arreglo y la instrumentación.
El álbum se acerca a la cuestión de la identidad desde una combinación interactuante de géneros tradicionales como el danzón y el son, que se evidencia en el tema de Ignacio Piñeiro titulado Esas no son cubanas. La selección de esta obra muestra una labor patrimonialista, pues simboliza a la tradición sonera heredada y cultivada durante más de un siglo en Cuba. En esta ocasión, la pieza es revitalizada desde la estética jazzística y danzonera de Alejandro Falcón –quien funge ocasionalmente como arreglista y pianista de la Orquesta Faílde.
Esta versión de Esas no son cubanas muestra los valores de la cancionística popular, generalmente asociada con tópicos como lo humorístico y lo jocoso. Expuesta en las voces del puertorriqueño Andy Montañez como artista invitado y de Yurisan Hernández –cantante de la Orquesta Faílde–, la lírica del tema propone una noción de identidad que singulariza a las féminas cubanas mediante metáforas como “la cubana tiene la melodía en la cintura” y “la cubana es la perla del Edén”. Por contraste, la copla “a mi cubana le gusta la bachata” identifica a la mujer que gusta de las fiestas, tipología popularizada en el contexto del repertorio músico-bailable actual.
Por este derrotero de la identidad expresada mediante un homenaje revitalizador del universo lírico-poético autóctono, nos conduce el tema Me desordeno. Basada en la obra homónima de la poetisa cubana Carilda Oliver Labra, esta canción brilla en la voz de Omara Portuondo, evocando al feeling como estilo musical retóricamente asociado con la expresión de los sentimientos más íntimos. Mediante una ritmática que fusiona tango, danzón, chachachá, son, jazz y salsa, el arreglo de Me desordeno permite inferir una arista de la identidad cubana gestada en el contexto del cosmopolitismo cultural que caracteriza a las músicas populares del siglo XXI.

A través de esta búsqueda de la identidad, el fonograma Faílde con Tumbao deja en el oyente la impresión de una especie de ubicuidad de lo cubano. Es decir, nuestra música no solo se ha nutrido de influencias externas o se ha fusionado internamente, sino que ella misma ha influido en otras músicas y expresiones culturales.
Así se evidencia en Havana, canción original de Camila Cabello, versionada al español por Pedro Pablo Cruz y arreglada por José Antonio González. En esta propuesta de la Orquesta Faílde, resalta la presencia del trompetista Julito Padrón como solista invitado.
El tema está construido sobre el ritmo de bolero fusionado con chachachá, pero tanto el solo de trompeta, como la armonía y los mambos de la sección de viento metal son eminentemente jazzísticos. En este sentido, el arreglo evoca eficazmente la sonoridad del club de jazz, pero no el de la actualidad, sino el de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Havana es un canto a la capital de todos los cubanos, que se vuelve nostálgico desde la perspectiva de aquellos que añoran visitarla o regresar a ella, como enfatiza la frase “mi corazón está en La Habana”.
Regresando a las raíces de los géneros tradicionales y su conexión intrínseca –casi germinal– con la identidad cubana expresada en música, el disco Faílde con Tumbao integra dos piezas divergentes entre sí en cuanto a orquestación, sonoridad y tratamiento armónico; pero convergentes en cuanto al estilo que les otorga sentido: el danzón.
El primero de estos temas se titula Nievecita y aparece cual simbólico homenaje a Miguel Faílde, cuyo legado inspiró la creación de la Orquesta que lleva su nombre. Compuesto en 1883 por este prolífero autor, y versionado por Ethiel Faílde y José Antonio González en calidad de arreglistas, el danzón Nievecita resulta en un tema puramente instrumental, que respeta la estructura clásica del género. Su sonoridad elegante y decimonónica sumada a una orquestación neoclásica invita a transitar por los salones matanceros de la época colonial, convirtiéndonos en testigos de una música que ha trascendido en el tiempo.
Asimismo, como vehículo de viaje hacia un pasado reciente, la segunda pieza relacionada con el género danzón en su esencia rítmica es el Concierto de Varsovia. Originalmente, esta obra fue compuesta en 1941 por Richard Addinsell para fungir como música de banda sonora. En el álbum Faílde con Tumbao, el Concierto… emerge según la versión “danzoneada” de Pedrito Hernández y el arreglo de Gonzalo Rubalcaba, quien le añade su estética jazzística.
Entre sus peculiaridades tímbricas, esta adaptación del Concierto… presenta la sonoridad metálica y delicada del vibráfono, así como algunos riffs jazzeados en la sección de viento metal; estrategias de orquestación que aportan una visión contemporánea al arreglo y al fonograma en general. Además, se aprecia el uso de la cita y la intertextualidad, en este caso, de algunos pasajes musicales de la obra original; un estimable recurso compositivo, recurrente en las músicas populares cubanas.
La presencia en el álbum de obras como Nievecita y el Concierto de Varsovia deviene una muestra pendular de tradición y modernidad. En ellas se percibe la exploración sonora del ambiente citadino de Matanzas en los siglos XIX y XX, con sus insignes ríos y puentes, y su fructífera vida artístico-cultural. En este sentido, ambas obras reflejan la identidad matancera como una importante vertiente de la identidad nacional.
Desde una arista paralela, el tema It do me good –compuesto por Brenda Brandon y Huey “Piano” Smith, y arreglado por Yosvany Terry– resulta singular dentro del disco. Su estilo logra una yuxtaposición expedita del danzón con la estética jazzística, materializada en la voz de Yerlanis Junco –cantante de la Orquesta Faílde–, quien emplea el scat singing, frases rítmicas y onomatopéyicas, glissandos, pasajes con la voz rajada, entre otros efectos técnicos del estilo blues. A diferencia de otras tendencias que emplean el jazz como estructura, esta imbricación estética muestra una asunción del jazz como lenguaje interpretativo y como capa musical sustentada por estructuras de géneros cubanos.
Por su parte, los temas La Cumbanchá y Tumbao constituyen ejemplos de la hibridación de géneros que identifica a la música popular cubana y proponen un sentido absolutamente bailable, respondiendo a los tópicos de lo festivo y lo danzario. Compuestos por Pedro Pablo Cruz –también productor del fonograma–, y arreglados por Alejandro Falcón, ambos temas reflejan en su lírica aquella noción de ubicuidad o universalidad de lo cubano, en frases que afirman: “La Cumbanchá se baila en Europa, después de la sopa”, y “el tumbao ya no es mío, ahora es de la humanidad”.
La Cumbanchá sigue la estética sonera tradicional, pero incorpora en su estructura el ritmo de songo, el efecto de slap usado por el bajo, entre otros recursos compositivos e interpretativos que corroboran la hibridación de géneros y estilos distintos del danzón, presentes en el álbum. Otra de sus singularidades es la paráfrasis “cuida’o con la ginebra que mueve los pies”, un ingenioso juego de palabras que rememora al poeta nacional Nicolás Guillén. Junto a este gesto laudatorio hacia el escritor que tanto aportó a la identidad cubana, el tema incluye un sinnúmero de frases provenientes de la cultura popular:
“Si quieres armar la fiesta,
Si quieres que tenga sabor,
Ponle música cubana:
Mambo, jarana, güiro y tambor”.
En sintonía con esta exaltación ex profeso de los valores de la cultura popular, el tema Tumbao expone un juego retórico con las expresiones “tumbao”, “tumbador” y “tumba la caña”, llamando la atención sobre la presencia e importancia de los neologismos en la música bailable. A su vez estos vocablos, acompañados por un patrón de guaguancó, rememoran el cultivo de la caña como signo que identifica a Cuba desde la época colonial, así como el posterior crecimiento en La Habana y Matanzas de las barriadas citadinas –aunque marginales– en las que se desarrollaron las distintas manifestaciones rumberas.
Tumbao es un tema de salsa, rumba, son y timba; estilos que se fusionan para remitir al bailador hacia las dos grandes vertientes que han marcado nuestra música popular: lo hispano y lo africano. La presencia de ambos antecedentes culturales se localiza en el sólido tratamiento del ritmo y en las improvisaciones del cantante principal, quien utiliza entonaciones de los cantos yoruba, con un sonido nasal que remite tanto al estilo sonero como al rumbero.
El tema Tumbao –y, por extensión, el álbum– es una declaración a favor de salvaguardar la música cubana, especialmente el legado de Miguel Faílde, Luis Lilí Martínez, Arsenio Rodríguez y Benny Moré. La copla en la que aparecen estos importantes nombres guarda un paralelismo sintáctico con La muralla de Nicolás Guillén, recurso que homenajea una vez más al poeta y reafirma la intención de preservar nuestro patrimonio cultural.
Por tanto, invito al lector a escuchar Faílde con Tumbao, un álbum valioso que expresa a viva voz la pluralidad de la identidad cubana y que invita –con ademán danzonero y con el ingenio de la timba– a cantar y a bailar.

NOTAS
[1] Los álbumes Llegó la Faílde (2017), Siempre tu Voz (2019) y Faílde con Tumbao (2020) se encuentran disponibles en Spotify: https://open.spotify.com/artist/73pD7OtQXvDhvU0Cy6eo7T .
[2] Para acceder al fonograma en Amazon: https://www.amazon.com/Failde-Tumbao-Orquesta/dp/B088RNVWX6 . Asimismo, en el canal de Youtube de la Orquesta Faílde aparecen los video clips de algunos temas del álbum: Concierto en Varsovia, Tumbao, Havana LIVE, La Cumbanchá LIVE.
[3] https://worldmusiccentral.org/2021/01/03/best-world-music-albums-of-2020/ .
BIBLIOGRAFÍA
García Canclini, Néstor. «Ni folklórico ni masivo, ¿qué es lo popular?». En Diálogos de la comunicación, No. 17. Lima: Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social, 1987: [sin numeración de páginas].
León, Argeliers. «La música como mercancía». En América Latina en su música, de Isabel Aretz. México D.F.: Siglo XXI, 1977: 238-254.
Orquesta Faílde. Faílde con Tumbao. Direc. Ethiel Faílde. Producido por Ethiel Faílde, Ignacio “Nacho” Molino, Pedro Pablo Cruz. Grabación: Daelsis Pena, Mezcla: Ignacio “Nacho” Pena, Masterización: Alex Psaroudakis. La Habana: EGREM, 2020.
Pelinski, Ramón. Presencia del pasado en un cancionero castellonense. Un reestudio etnomusicológico. Castellón: Publicacions de la Universitat Jaume I: Servei de Publicacions, Diputació de Castelló, 1997.