Por Dr. Boris Alvarado. Compositor. Filósofo chileno
He querido escribir en torno a este gran hombre de estruendosa risa, incesante accionar y presencia ineludible en la cultura cubana. Ha partido y nos ha dejado. Él, como otros grandes, nos deja aquí solos; pero no vacíos. Nos deja llenos y plenos de vida y a eso, desde su obra, quisiera dedicarle este texto, entorno a su trabajo, pensar, obrar y a su naturaleza como artista.

No es pertinente para mí referirme al hombre como tal, aunque todos bien lo conocimos; pero sí oportuno referirme a su obra, como un diálogo de artista a artista o de creador a creador. Luego, me propongo escribir, con mucha humildad y emoción, de un grande en la música, como lo es Malcoms Junco Duffay, que nos dejara hace unos pocos días, tras nuevas resistencias, Resulta que para un creador como Malcoms, el trabajo no sólo fue parte de su placer, sino, a veces, el placer mismo y junto con ello, su resistencia.
Él no creó porque sí, cuando tuvo que hacerlo había una necesidad conceptual, una noción nueva que llevaba implícita la idea de resistir a algo. En Malcoms, el arte resiste y luego libera, y sí se sabe desarmar la mirada despojándola de todo, liberándonos de toda consideración previa y transformando los hábitos del espectador, enfrentado al acontecimiento, lo cual afirma que: “El acontecimiento más común nos convierte en videntes, mientras que los media nos transforman en miradas pasivas, o lo peor en mirones. (…) No son los media, sino el arte quien puede alcanzar el acontecimiento.”[1]
Lo que él nos entregaba era ya lo liberado o vuelto heterogéneo por el arte de la resistencia. Y, en ese sentido, luchó siempre contra las máquinas e instituciones de sumisión, como los medios de comunicación que nos amarran, nos condicionan y nos imponen una comunidad del sentir y promueven opuestamente un “Uno” distinto, sobre la mirada que nos libera al encuentro con los “Otros.”
Leyendo estos días a Proust y a Lezama en su obra Paradiso,apunto a identificar una actitud de Malcoms hacia un nuevo pensamiento que diría algo así como: “el pensamiento no es nada sin algo que lo fuerce a pensar, sin algo que lo violente a pensar.”[2]
Cierto, le diría, como si estuviese frente a mí, dialogando como tantas veces, bebiendo whisky, cerveza o ron. Para poder pensar a Malcoms, debemos abandonar los dogmas. En el encuentro del pensamiento con él afuera, no se trata de mera “reproducción” como un “calco”, sino de “violentar” aquel pensamiento que, no siendo dogmático ni representativo, es expresivo. Por esta razón, nuestro entendimiento de su obra comienza cuando comprendemos el valor y aporte que significa en su creación, el comenzar por el lenguaje, por la ruptura de estructuras convencionales que le permitieron la creación de nuevas lenguas, así como la creación de nuevos mundos. De ese modo, todo lo que logró hacer en su tiempo dedicado a los demás, es lo que permite que podamos referirnos a su obra como una “iniciativa de salud” y, a él mismo, como médico del mundo. Por ello, quisiera sostener, en primer término, que desde mi punto de vista, todo lo que hizo este gran hombre sería como un phármakon venenoso (expresión que utilizo como “veneno del veneno”) ese que violenta el alma y a la vida para su sanación.
Recordemos, como bien saben, que Junco Duffay constituyó el grupo Justicia, que sería luego Onda Livre; comenzó su trabajo como b-boy del grupo Estampa, y luego dirigió el sello discográfico Asere Producciones, perteneciente a la Agencia Cubana de Rap, donde se encuentra su entrañable amigo Rubén Marín. Al conocerlo ya había fundado la Productora 18A16, cuyo aporte fue importantísimo para la vida cultural cubana en diversos ámbitos musicales, no solo del hip hop, ya abordado con Osmel Francis Turner. Dentro de esta productora aconteció una valiosa práctica, experiencia e investigación del rap cubano.
Es importante destacar el trabajo de Malcoms en torno a la imagen, en el documental Disonancias, Banda de Conciertos de Caimanera-Guantánamo, lanzado en el año 2020. Sin olvidar su más reciente producción La Emancipación, un álbum doble que da cuenta de las mujeres raperas (entre ellas Kalua, Yamay La Fina y Lady Step), reflejo de sus luchas, anhelos, búsquedas y espacios de acción en Cuba. Y, junto a ello, una enorme producción como si fuera una industria discográfica consolidada, con trabajos como Aprende a ser cubano, Diferencia y cicatrices al desnudo, Tabú, A degüello, Realismo sucio y arte pop, por mecionar algunos. Por ello, en su concepción de la creación como “veneno del veneno”, opondrá Malcoms Junco su concepción de la obra como salud, vida; es decir, la lengua y su proximidad a una lengua extranjera o al “lenguajear” como constantemente lo escuchábamos en su hablar cotidiano. Junto a ello, hay que hacer resaltar sus constantes visiones y audiciones que se hacen visibles al autor a través del delirio creativo que estaría al filo entre el estado clínico y la salud.

En todo ese período creativo me tocó estar desde mi país en constante diálogo artístico con él; especialmente, en la planificación de su visita a Chile para exponer el trabajo de lo urbano en la música cubana, centrado en sus libros Contar el Rap. Narraciones y testimonios junto a Grizel Hernández. Fue una intensa relación que surge e intensifica con especialistas del Instituto Cubano de la Música y el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc) como Brenda Lorenzo Sibila, Lalau Yllarramendiz Alfonso o Leannelis Cárdenas Díaz, del cual existe un texto inconcluso −por ahora− de lo que constituye otro tremendo documento escrito en torno al Hip Hop.
Imposible olvidar su trabajo y apoyo constantes a la producción cubana, tampoco su vínculo con Yasely Rodríguez, a partir del Festival Romerías del año 2012 en Holguín. En esa amistad, junto al Gabinete Caligary, se realizaron innumerables festivales y encuentros independientes en torno al Hip Hop. Esta actitud, en Malcoms, lo expone precisamente como si dijera que: “(…) el escritor como tal no está enfermo, sino que más bien es médico, médico de sí mismo y del mundo.”[3]
Y desde esa perspectiva, nos preguntamos ¿a qué está llamada a curar la obra de Malcoms? ¿Cuál es la enfermedad?
Podemos responder, diciendo que, a la lógica de la estructura arborescente o estructuras jerárquicas, en tanto la arborescencia es el poder. Se trata de la enfermedad trascendencia, la mímesis, la significancia y la interpretación, de la representación, de los sistemas centrados y frente a ello debe surgir un eventual hombre nuevo, a-centrado y rizomático, donde no hay más secreto ni fantasma. En esa lucha se encontraba Malcoms Junco.
(…) Sólo puede haber una cosa: experimentación-vida.[4]
Ese era Malcoms Junco Duffay, nuestro mejor médico de la vida, pues si el mundo ha perdido su eje convirtiéndose en un caos, él estaba allí para la creación de nuevos estados afectivos para nuevos mundos, desbordando y revelando la realidad acabada como inacabada e inventando otras emociones con otros valores. En este sentido, su trabajo impulsó la vida hacia lo informe, el desborde, la desmesura, lo móvil y lo perverso de un instante. La música urbana que tanto amaba, como muchas veces lo hablamos, era asunto del devenir, dejar de ser lo que se era para inventar nuevamente la vida, pues “el devenir siempre está.”[5] Es decir, con él se podían tener aventuras; pero el ideal era que el puerto desde o hacia donde se salía o se llegaba, tuviese cierta consistencia anclada en la tierra y, te diese algún fruto en la medida que uno ofrece sus frutos. En fin…el mar.
Ya mirando su obra con algo más, pero a corta distancia, observo cuatro líneas de pensamiento muy importantes y que constituyen un fuerte legado a la escena cubana de pensamiento y resistencia en el arte. Lo primero, es que “la obra es devenir”, es decir: “En la obra, se deviene-mujer, se deviene-animal o vegetal, se deviene-molécula hasta devenir imperceptible.”[6] Hoy diríamos que no se deviene-hombre, porque esa es precisamente la posición de poder. En el devenir-hombre se reconoce la hegemonía del significante, y por tanto la idea de devenir se opone a toda mímesis.
Un segundo aspecto, me dice que él comprendía muy bien, que la obra no es contar los recuerdos, los viajes, los amores y los lutos, los sueños y las fantasías propias. Se trata de una obra basada en la potencia de lo impersonal, lo indefinido y opera de forma inversa; es decir, de lo personal a lo indefinido: “No se escribe con las propias neurosis. La neurosis, la psicosis no son fragmentos de la vida, sino estados en los que se cae cuando el proceso está interrumpido, impedido, cerrado”.[7]
Lo tercero es que su obra y a quien ella va dirigida es salud y, esa salud, consiste en inventar un pueblo que falta. “No escribimos con los recuerdos propios, salvo que pretendamos convertirlos en el origen o en el destino colectivo de un pueblo venidero todavía sepultado bajo sus traiciones y renuncias.”[8]
Y finalmente, toda gran obra está escrita en una lengua extranjera. Suponer, en su obra, la existencia de un pueblo que falta, demanda un metalenguaje distinto de lo materno, aunque construida sobre ella. Y ello en la idea de que: “Es propio de la función fabuladora inventar un pueblo.”[9]
Desde una perspectiva de una forma de amar la Vida, como pretendo demostrar en Malcoms, esta se muestra en permanente movimiento, es siempre creación y, por tanto, no se acaba. Su obra, entonces, pasa a ser un acto de salud, de sanación y el autor, actúa como médico de sí mismo y del mundo, tal y como hemos dicho. Su obra ahora y en lo adelante, será “devenir otro.” A este proceso lo llamo un encuentro y compromiso en el NosOtros. Y, el devenir, será el acto de crear una dirección que posee un movimiento para no definir el movimiento. Devenir será crear un sentido que nos lleve más allá. Devenir será crear.
El arte fue en un momento de la Historia, un acto de imitación, mímesis o representación, identificada con las esencias, sin embargo hoy consideramos −y así lo discutimos muchas veces− que el arte es pura creación de direcciones, de zonas de cercanía y semejanza, donde no es posible distinguir tan radicalmente una cosa de la otra. Se crea un umbral, una zona que está en la sombra y sus límites desaparecen con lo que está al lado. No es ese paso de un lugar definido a otro también definido, sino ese tránsito por una zona de indefinición, de indiferenciación en cada ser. Se trata, para mí, de instalar el tema de su pensamiento como artista, con nobleza, humildad e intensidad, seriamente y con ese desorden de la vida cuando se está pensando en ella minuto a minuto, de la misma forma como también se vivía. Se trata de aceptar su realidad, esa en la que el arte no se debe sólo a imitar, copiar, simular, sino que lo perfecto real debe ser “imperfeccionado”, “desperfeccionado”, “difuminado” e “inacabado”. “Estas visiones no son fantasías, sino auténticas ideas que el autor ve y oye en los intersticios del lenguaje, en las desviaciones del lenguaje. No son interrupciones del proceso, sino su lado externo: el paso de la vida.”[10]
Su creación artística, y quizá toda su creación cultural, es un concepto que, desde mi punto de vista, podemos ir enunciando en dos expresiones: la primera de ellas, es que la creación es expresión, un devenir otro que está dentro de uno mismo. Es decir, la fuente de su creación sería su propia actitud introspectiva, que permite identificar voces o presencias, alteridades que nos habitan sin que seamos necesariamente conscientes de todas sus implicancias. Y, la segunda, es aquella que dice que la creación surge de la proximidad de un espacio de indiferenciación o indiscernibilidad con lo otro, desde el cual podemos devenir efectivamente lo que ya no somos. Cuando su obra se concibe como una cuestión de salud, se convierte en una experiencia impersonal, puesto que no remite a un yo-biográfico, sino habita una singularidad que ya no puede decir yo, por tanto no habla por nosotros; sólo puede tomar la labor terapéutica de crear un pueblo que falta.
Los mejores artistas (no los más populistas) apelan a un pueblo, y constatan que les “falta el pueblo”: Mallarmé, Rimbaud, Klee, Berg. En el cine, los Straub. El artista no puede sino apelar al pueblo, desde lo más profundo de su aventura tiene necesidad de ello, aunque no pueda crearlo ni tenga que hacerlo. El arte es lo que resiste: resiste a la muerte, a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza.
Véase Deleuze Gilles, Pourparlers, Les Editions de Minuit, París, 2003, pág. 235.
Su arte será recordado no tan solo como un objeto expresivo como tal, no solo como lo que tiende a lo inacabado, lo incompleto, sino que es “siempre” inacabado. Nunca puede completarse de manera absoluta. Se tiende a pensar la realidad como algo estable, perfecto o tendiente a la perfección… algo acabado; sin embargo en Malcoms intuimos un pensar que propone la realidad de otra manera, rizomáticamente, como algo que nunca se completa, que nunca alcanza su perfección, algo que se encuentra en la pérdida y se pierde en el encuentro. Su trabajo nos llevó por la invención de mundos nuevos, disolviendo los anteriores y socavando sus fundamentos. Todo pensar de este tipo: creativa y experimental, cabalgará sobre esas líneas de fuga en busca de vías de resistencia y de salud frente a los dispositivos de poder que inmovilizan los procesos de crecimiento y afirmación de la vida. En las producciones de Junco Duffay, que son como obras-pantanos, se hace retroceder a la humanidad hasta este pantano. Se trata de eliminar el presente. Solo se conoce el pasado y el futuro, y es expresión de ese pantano con todo lo que ello conlleva como culpa, promiscuidad, castigo, expiación, dispersión, difuminación. “(…) desde la culpa el futuro se presenta como castigo, desde la redención el pasado se presenta como la doctrina, la sabiduría.”[11]
Así sin más, reitero que este texto trató de comprender al artista en su real dimensión: pensante, creadora, fabuladora y amante, y no solo desde sus múltiples actos y acciones visibles desde su San Miguel del Padrón, donde todos alguna vez estuvimos.
Me quedé con preguntas no hechas. ¿Cómo se forja una amistad, si no es un acontecer y nada más? ¿Cómo decir amigo, si no es desde ese estado de entendimiento anticipado, desde una noble hospitalidad? ¿Es esta hospitalidad, este acto de amor y amistad la que brinda la oportunidad de construir lazos para concebir caminos propios, si no acontece el devenir de aquello de uno desvanecido en el otro, y el otro desvanecido en el uno?
Sin duda alguna, sus amigos y amigas estaremos con su familia, con su compañera a quien tanto amó y, entre todos, seremos semilla de su risa y memoria viva de su inocencia. Todo envuelto como rosa en aquello del compromiso que transforma una promesa en realidad, donde es la palabra la que habla con valentía de intenciones, que habla más alto que las palabras, que es hacerse al tiempo cuando no lo hay, cumplir lo prometido cuando las circunstancias son adversas y con el que se forja el carácter para poder cambiar las cosas: es el triunfo diario de su integridad recordada. Comprometerse y mantener los compromisos, son la esencia de la vida noble, y que es ineludible e irrenunciable en el amor que tanto nos enseñó con su paso por esta vida.

NOTAS
[1]Véase Deleuze, Gilles, Conversaciones 1972-1990, versión castellana de José Luis Pardo Torío, Valencia: Pre-textos, 1995, p. 252.
[2]Véase, Deleuze Gilles, Proust et les signes, Presses Universitaires de France, Paris, 2014 pág. 117.
[3] Véase, Deleuze, Gilles, (1996), Crítica y clínica, Anagrama, Barcelona, p.14.
[4] Véase, Deleuze, G. y Parnet, C., op.cit., p.57.
[5] Ibid., p.12.
[6] Deleuze, Gilles, Crítica y clínica, op.cit., p.14.
[7] Ibid., p.13.
[8] Ibid., p.15.
[9] Deleuze, Gilles, Crítica y clínica, op.cit., p.15.
[10] Ibid., p.17.
[11] Benjamin Walter, Sobre Kafka, textos, discusiones, apuntes, Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires, 2014, pág. 175.