Aniversario 143 del estreno de «Las alturas de Simpson»

Por Leydet Garlobo González. Musicóloga

Fotos: Cortesía de la autora.

Cada primero de enero, a las 19 horas, la Sala de Conciertos José White, otrora Liceo Artístico y Literario de Matanzas, conmemora el estreno de “Las alturas de Simpson”, acontecido en 1879. Por quinto año consecutivo, hacer sonar la partitura del emblemático danzón en su escenario original ha servido de acicate para reunir a los amantes del género en torno a un “bailable” amenizado por la Orquesta Faílde.

Aun cuando se trata de un concierto en el que se ofrecen pinceladas danzarias de carácter demostrativo, el término bailable se conserva en alusión a las acostumbradas actividades que ofrecía el Liceo en la segunda mitad del siglo XIX. Lógicamente, estas respondían a condiciones físicas de un salón mucho más amplio al que concurría la clase acaudalada de la sociedad, en muchas ocasiones para escuchar orquestas conformadas por mestizos: mezcla social que, junto a otros elementos, propició la génesis del danzón. 

Luego de la restauración y remodelación del inmueble -proceso que tardó aproximadamente 16 años (2000-2016)- este asimiló cambios en su objeto social y consecuentemente en sus dimensiones espaciales. El salón principal, que abarcaba el área central hasta el margen de la calle Contreras, perdió aproximadamente la mitad de su capacidad, al tiempo que ganó en condiciones acústicas, en función de lo que sería, desde entonces, una sala de conciertos y grabaciones, sede de la orquesta sinfónica de Matanzas. Estos cambios limitan, considerablemente, la realización de actividades vinculadas al baile; no obstante, teniendo en cuenta la relación música-danza inherente a nuestro Baile Nacional, en la fecha en que se celebra el estreno del primer danzón registrado en la historia, se hace una justa excepción.

En su libro Matanzas, de la contradanza al danzonete, la Dra.C. María Victoria Oliver Luis expone, a partir de citas textuales de los órganos de prensa decimonónicos, que las referencias más tempranas de la expresión denominada danzón datan de la década de 1850; sin embargo, no por eso deja de tener gran impacto el estreno oficial de Las alturas de Simpson, que indudablemente significó la aceptación definitiva del género por la clase pudiente y blanca de la sociedad matancera

Además del acostumbrado saludo al nuevo año y al Triunfo de la Revolución, en esta oportunidad se sumaron dos importantes efemérides: el centenario del fallecimiento de Miguel Ramón Demetrio Faílde Pérez (1852-1921), y el 140 de la Botica francesa del Dr. Triolet, hoy Museo Farmacéutico de Matanzas, Premio Nacional de Conservación 2008. Fundada el primero de enero de 1882, esta antigua droguería aún atrapa por la exquisita conservación de las piezas que atesora. Por esa razón, actuó como invitada especial y presentadora del evento, Marcia Brito Hernández, directora del Museo. 

El repertorio seleccionado se caracterizó por rendir tributo a figuras relevantes de la cultura matancera: primeramente a Miguel Faílde en el centenario de su partida física el pasado diciembre. Justamente con Las alturas de Simpson abrió el programa de la noche. Otras figuras homenajeadas fueron Carilda Oliver Labra con la musicalización del poema Me desordeno, y Ernesto Duarte Brito con Cicuta tibia. En 2022, se cumplirá el centenario de natalicio de estos últimos exponentes de la cultura cubana. Especial regalo fue escuchar partituras del disco más reciente de la Orquesta Faílde Joyas inéditas que, como su nombre lo indica, revela obras desconocidas de Faílde, entre ellas Cuba libre y El naranjero. De esta forma, a sala llena, los matanceros saludamos el nuevo año, no solo cantando y bailando danzón, sino y sobre todo, profundizando en los valores culturales que nos definen como cubanos. 

A modo de cierre, preciso destacar los que son, a mi juicio, algunos aspectos encomiables de la labor socio-cultural llevada a cabo por la Orquesta Faílde alrededor del acontecimiento del primero de enero de 1879. En primer lugar, el rescatar tal efeméride y hacer de ella una tradición esperada por el público; luego, el propiciar necesarios enlaces con las instituciones culturales de la ciudad; el arduo y continuo trabajo investigativo que sustenta cada producción discográfica e incluso cada concierto, así como la forma diáfana y coherente de socializar esos resultados científicos, y, por supuesto, la excelente sonoridad de la orquesta. Todo ello conforma, enero tras enero, una velada de lujo. 

Orquesta Faílde
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