Por MSc: Grizel Hernández Baguer. Musicóloga
Nuevamente la reconocida cantante cubana muestra sus credenciales con un producto discográfico de altura. La Rosa de Jericó se suma a la lista de anteriores fonogramas para continuar construyendo una historia que, como artista, comenzara en 1991 y que cada año crece en este siglo XXI.
Ivette muestra su sensibilidad a través de cada tema, y su talento para la comunicación es presentado en esta producción bien pensada y representativa, a su vez, del panorama cancionístico cubano contemporáneo, en particular, del quehacer de jóvenes compositores voceros del género en su versión más actual. Sin dudas cada tema, aun siendo algunos ya escuchado en otras voces ‒Un buen bolero, Regalo No. uno, Evocaciones‒, resurgen en esta nueva propuesta para hacernos apreciar con detenimiento una cuidadosa poética, en la que el amor como eje de vida se convierte en el hilo dramatúrgico conductor.
Encuentros y desencuentros, rompimientos y reconciliaciones se muestran en una lírica diversa representada por la autoría de los experimentados Ireno García, Augusto Blanca, Carlos Varela, Polito Ibáñez, Santiago Feliú, y el español Luis Eduardo Aute, junto a la obra de otros menos conocidos al gran público, entre los que se citan Karel García, Yhosvany Palma, Leonardo García, y Joel Domínguez, quienes muestran ya una obra renovadora en la canción del patio.
Textos que acuden al imaginario de la vida son contados desde historias personales que se muestran para ser sentidas como propias, interpelando al escucha con metáforas que relatan emociones y pasiones. Y es aquí donde Ivette, la artista, se vuelve portavoz de un discurso que enaltece, al explicitar las interioridades de cada mensaje con un peculiar estilo dramatúrgico, que se apoya en el dominio de un registro vocal y una clara dicción que involucra al oyente, sublimando el hecho artístico-musical.
Un talentoso conjunto de músicos completa la excelencia de este fonograma. Por una parte, la conjunción de estelares instrumentistas que forman el grupo Reflexión, que la acompaña desde casi los primeros momentos de esta carrera de éxitos, y, por otra, Orlando Valle “Maraca”, José Luis Beltrán, Ernesto Hermida, Maykel González y Horacio “El Negro” Hernández, entre otros muchos, que se involucran para lograr las imágenes musicales que colocan este producto entre los nominados del actual Cubadisco 2022 con innegables créditos. La banda aporta un acompañamiento acorde a las exigencias de cada tema y la propuesta sonora de los arreglistas (José Luis Beltrán, Joel Domínguez, Ernesto Prida y Lino Lores) quienes juegan en las instrumentaciones con teclados, vientos y cuerdas que se funden a las intervenciones de una guitarra eléctrica que toma protagonismo en variadas ocasiones, para acercarnos a otros lenguajes musicales, sin perder el estilo de cada canción.
Asimismo, los músicos apuestan ‒y aciertan‒ en el empleo de un soporte melódico-armónico contemporáneo, en franca interrelación de la canción con géneros de nuestra tradición musical o con guiños del acervo de la región. De esta manera, en el sustrato sonoro escuchamos, entre otros, un danzón, un bolero, una guajira y el rejuego con la salsa, del cual son ejemplos el tema que da título al CD y en Me va la vida en ello, donde interviene lo flamenco.
Equipo imprescindible para el logro integral de un fonograma de alto vuelo, y también corresponde al equipo técnico artístico que traza las exigencias de un agradable diseño sonoro, el mismo lauro; ahora bajo la producción musical de Joel Domínguez y un experimentado equipo de grabación y masterización, que resultan el apoyo al discurso intimista que demanda la lírica de cada tema expresado por La Cepeda y los músicos que la acompañan.
Imposible no elogiar el hermoso cuadernillo que completa este producto artístico. La bella fotografía de Mónica Moltó y el resto del grupo responsable de las imágenes, muestran a la cantante- protagonista trasmitiendo ese mensaje de amor que se realza con las representaciones de la rosa de Jericó, planta que rebrota en la naturaleza y se regenera en medio de un ámbito agreste cuando las condiciones le son propicias; narrativa que es contada en cada fotograma para terminar totalmente renacida como representación de la vida que se transforma y renueva. Asimismo, la presentación del texto de cada tema, resulta un elemento primordial para acercar al oyente a la comprensión más profunda de la lírica de cada canción.
Sin dudas, la Casa Bis Music apostó nuevamente por un producto de excelencia e Ivette Cepeda vuelve a hacer historia en la discografía cubana.