Sí Laura, lo haremos

Corren pocas horas aun de la triste noticia y como el tiempo es implacable ya se prepara la dinámica de trabajo de un sitio que tendrá que aprender a seguir su curso sin tu presencia física, válida la aclaración porque de seguro, no te vas.

Se me ocurre este sencillo recuerdo anclado a la palabra porque como siempre te dije de música solo sé disfrutarla aunque confieso que el contacto contigo y los de tu generación (María Elena, recientemente Mercedes y contigo), unido a los rostros más jóvenes, muchos de ellos devenidos en colegas de empeño, he aprendido a tener otro sentido de la música.

Y como definitivamente es cerca de la palabra con lo que me siento más cómoda, desde ella te agradezco, ante todo, la confianza en mi modesto hacer dentro de una institución con tan vasta historia.

Fue relativamente corto el tiempo de trabajo; pero intenso el de intercambio y aunque en muchos aspectos la divergencia de criterios pudo primar; siempre se impuso el respeto, y ese será el aprendizaje mayor y más importante recibido de tus largas charlas.

Coexistir en un gremio diferente del que se proviene, constantemente, trae consigo desafíos y dudas que a tu lado fueron salvables porque solo pedías resultados ‒buenos claramente‒ por tanto, en cada uno de los procesos en que nos acompañamos todos por una, y una por todos, perduró como máxima la necesidad de ponderar el trabajo colectivo dentro de un Centro, que contra viento y marea tuvo y tendrá que sortear obstáculos de todo tipo.

Aun no sé cómo lo lograste pero pudiste imprimir optimismo a más de una batalla que bien podría parecer perdida, y si no, tuviste la sapiencia necesaria para no “echar” aquella que a todas luces no conduciría a puerto seguro. Y eso, esta soñadora, tendrá que agradecértelo más porque no siempre se encuentra desde la buena fe. quien te ponga los pies en verdadera y fértil tierra.

Desde la sala Che Guevara nunca pude imaginar que el jolgorio de la presentación del libro Los cantos espirituales en La Habana, de Mercedes Lay sería nuestro último encuentro social, casualmente alabando a esos “seres” que de acuerdo con la impronta africana, transculturada, contribuyen al mejor andar de cada uno de nosotros en el “plano tierra”, como se le es llamado. Pero la vida es así de inoportunamente caprichosa. El libro ya existe luego de tu mucho empeño, y en lo personal, a ellos mismos le pediré siempre luz para tu alma, como a otros tantos nombres que no sé bien porqué azares de la vida llegaron a la mía para mejor.

El camino está hecho, contribuiste más allá de lo posible a consolidarlo, solo nos toca ahora desde esta esquina de G, tu eterna casa, a sostenerlo, y no te preocupes: Sí, Laura, lo haremos.

Deja un comentario