Mi abrazo eterno, Laura querida

El pasado mes de marzo tuve la dicha de abrazar a Laura Vilar en Casa de las Américas, a propósito del Premio de Musicología 2024.

Asistió en ese momento para presentar las últimas publicaciones del sello editorial Cidmuc, y también mi libro Caidije: el pasado que vive en nosotros, que aun cuando no pertenece a esa colección, Laura lo asumió en el panel como parte de la institución, por ser de mi autoría.

Así era la jefa Laura, siempre inclusiva con los musicólogos que vivimos fuera de la capital, con todos fue muy cercana, logrando que nos vinculáramos a los proyectos del Cidmuc, sin barrera geográfica posible.

Mi llegada al Cidmuc está asociada a mis años como estudiante de Musicología, así conocí a Laura, investigadora de la música del Caribe y de descendientes haitianos en Cuba, tema afín que nos unió para siempre.   

Nuestras relaciones se estrecharon, todavía más, cuando accedió a ser mi oponente de la tesis de licenciatura del Instituto Superior de Arte, institución con la que se mantuvo ligada, a pesar de no formar parte de su claustro. A partir de ese día, Laura se convirtió en mi “madrina” musicóloga, pues de una forma u otra tuvo que ver con mi crecimiento y vínculo profesional dentro del gremio musicológico. Desde su informe de oponencia propuso mi primera publicación en la Revista Clave, y años después gestionó el pago de mi participación al evento LASA 2018.

Nunca faltó oportunidad para que me llamara a participar en los Simposios Cubadisco creados por el Cidmuc, así como en los encuentros y sesiones científicas. Así era ella, el teléfono se convertía en puente oportuno, preciso y recurrente para que le actualizara sobre lo que en materia de música iba ocurriendo en Camagüey, y de paso saber de “sus nietos” -mis niños- a los que solo conocía por fotos, lo que no la eximía de poder disfrutarlos..

En la vida hay cosas inexpiables, en lo personal, una de ellas es la empatía que hubo entre Laura y yo. Sin ser trabajadora del Cidmuc me mantuvo vinculada a él, como si lo fuera. Siempre me sorprendió cómo contaba conmigo tanto para darme tareas investigativas, o, la mayor de las veces, buenas noticias: “Te mandé a hacer una tarjeta magnética”, “Te incluí en el grupo whatsapp del Cidmuc”. De igual manera me sumó al proyecto Rutas de identidad en la música de la Cuba actual: regiones, sujetos, prácticas y acervos del patrimonio musical”, que todavía se perfecciona.

Ya no abrazaré más a la jefa, como le decía cariñosamente, no escucharé sus consejos con ese hablar pausado y palabras precisas que continuamente me guiaban en este mundo. Ya no estará en su oficina, donde me recibía -cual madre emocionada- cuando ve a su hija después de mucho tiempo y me dedicaba minutos para contarme acerca de sus proyectos futuros y sueños por realizar, y también de sus preocupaciones más personales dentro del Cidmuc.

Gracias por la confianza y el apoyo, Laura querida. Extrañaré sus llamadas, mis respuestas estarán siempre.

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