A Laura

Pensar y expresar mis experiencias junto a Laura Vilar Álvarez me llevó a descubrir un hecho grato no concientizado hasta el momento: nuestros vínculos profesionales se remontan a épocas en las cuales no pensaba integrar el equipo de trabajo del centro que ella dirigió por casi veinte años y en el que me hizo sentir como si fuera mi casa. Visionaria como lo fue, Laura abrió las puertas del Cidmuc a cuanto proyecto de colaboración se me ocurría, con énfasis en espectáculos, conciertos, clases magistrales y talleres que yo podía soñar.

Sin haber sido mi maestra en un aula, me sorprendió (muchas veces) como una consejera, siempre al tanto de mi desempeño profesional. ¡Cuánto reímos cuando me explicaba su comprensión acerca del carácter contestatario y de resistencia de algunas mujeres formadas como yo! Quizás por ello, finalmente fue su idea y petición que me integrara al equipo del Cidmuc para “hincar rodilla en tierra a su lado”.

Hoy miro al pasado y me sobrecoge rememorar jornadas de intenso trabajo, encarnizados debates y conversaciones en las que me instruía en eso a lo que de manera tan personal le llamaba el “know how” de la musicología cubana y los vericuetos del “arte de dirigir” una institución. Conducida por sus historias, mentalmente le acompañé a Granada junto a Argeliers, en la fundación de los archivos de Abdala (una de sus obras más queridas); pude sentirme parte de la gestación del Atlas de los instrumentos de la música folclórico-popular de Cuba y gocé el triunfo de la creación de Ediciones Cidmuc.

Laura, sus charlas fueron decisivas para comprender mucho más el acontecer de la musicología latinoamericana, sus espacios de realización, derroteros y, especialmente, la imperiosa necesidad de visibilizar la investigación musical cubana. La lucha casi obsesiva por la defensa de las conquistas del Cidmuc, su función sociocultural y credibilidad científica conforman los valores del estandarte que sostuvo y yo atesoro como parte de su herencia profesional.

Y es que para muchos no es un secreto que Laura fue mucha Laura y que la estatura física que tuvo se correspondía perfectamente con su personalidad… (Aquí, sé que ella habría sonreído…) Para suerte mía, todo lo que escribo solo es una réplica de las palabras que pude decirle en varias ocasiones, como también lo es que retumben en mis oídos sus ideas y consejos. Son muchos los sueños y proyectos que se fueron en su mente; sin embargo, nada se ha perdido si sabemos observar, seguir las pistas y reconstruir, acuciosamente, su legado, fácilmente rastreable, cumpliendo con uno de los principios de la ciencia que tanto amó. Gracias por todo, maestra.

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