La Anécdota Musical…La historia de El son de Adalberto

Por Gaspar Marrero. Investigador cultural

Foto: Colección del autor

La muy cubana personalidad del maestro Adalberto Álvarez y su defensa de la música nuestra le han valido el apelativo de El Caballero del Son.

Adalberto es hijo de un gran sonero de Camagüey, llamado Enrique Álvarez. Lo llamaban Nené. Falleció hace relativamente poco tiempo.

Nené Álvarez cantaba y dirigía un grupo musical muy famoso en Camagüey: Avance Juvenil. Era una agrupación de mucha historia. Dicen que ya existía con el nombre de Conjunto Avance a finales de los años 1930. Y que en ese conjunto cantaba un mulato joven que vivía entonces en el Central Vertientes. Venía de Santa Isabel de las Lajas y le decían Bartolo. Su verdadero nombre era el de Bartolomé Maximiliano Moré…

Pero esa es otra historia.

Rumbavana escogió título para El son de Adalberto

A finales de los años 1960, el Conjunto Rumbavana empezaba a triunfar. Su nuevo pianista se llamaba Joseíto González y acababa de ser designado director. Joseíto era, siendo muy joven aún y desde la misma fundación del grupo en 1956, el encargado de los arreglos. Tan pronto como asumió la simbólica batuta, cambió todo en Rumbavana: estilo, imagen y repertorio. Y comenzó a ganar público.

En esos andares, Rumbavana llegó a Camagüey y Joseíto fue enseguida a saludar a Nené Álvarez. Este se llenó de entusiasmo y le dijo a Joseíto:

-Tienes que venir esta noche a ver al conjunto que dirige mi hijo.

Joseíto aceptó.

Hacía poco que Nené le había dejado a Adalberto la dirección de Avance Juvenil. El joven ponía arreglos y repertorio, siempre desde el piano.

El impacto fue muy grande. Al terminar el baile, Nené propició las presentaciones. Fue el primer contacto de Adalberto con Joseíto González. Este se interesó en varios números del joven y se los llevó para montarlos. Poco tiempo después, quedó grabado Con un besito, mi amor. Fue el primer hit de Rumbavana con la música de Adalberto Álvarez.

Siguieron otros: A ver, Que me quieres y Realidad y solución. Y continuaron las visitas de Joseíto González a Camagüey.

En uno de esos encuentros, al director de Rumbavana le llamó la atención un son que Adalberto acababa de componer. Pero no tenía título: fue esa la razón por la cual el joven se resistía un tanto a entregarlo. Mas, tanta fue la insistencia de Joseíto, que lo llevó a La Habana.

Días después, Rumbavana actuó en una tanda del programa radial Fiesta en el Aire. Estrenaron el número y gustó. Joseíto González no demoró en ir a una agencia de correos a pasarle un telegrama a Adalberto Álvarez:

“ESTRENADO NÚMERO. ÉXITO TOTAL. TÍTULO ‘EL SON DE ADALBERTO’”

¿Qué hubiera pasado si aquel baile de Avance Juvenil se hubiera suspendido? Nadie lo sabe.

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