Armando… Futuras promesas

 Por Yanet Chacón Arias. Pianista y Máster en Gestión del Patrimonio Histórico y Documental de la Música.

Optimista, educador, entusiasta, apasionado, enamorado de la música y la enseñanza, esperanzador, exigente, alegre, con alma de niño, amigo, hospitalario, único; estos son solo algunos de los adjetivos que han aflorado en las más de quince entrevistas realizadas a familiares, amigos, alumnos y colegas que aportaron su pensar sobre el maestro Armando Leyva. Tuve el privilegio de conocerlo no solo como colega, pues compartimos el amor por la enseñanza pianística y musical, sino como persona y amigo. Injustamente hemos perdido a una de las figuras más excepcionales que he conocido; su entrega, sus aspiraciones, ilusiones, y vida se vieron truncados por su fallecimiento repentino el 7 de septiembre de 2021. 

Los motivos que mueven el presente artículo exceden los límites personales y el amor fraternal que le tuve y aún le tengo, se basan en la necesidad imperiosa de homenajear su obra, su pensamiento pedagógico, su deseo de que Holguín fuese reconocida como una provincia con un desarrollo pianístico de potencial, sus ganas de trabajo, y esa «inyección espiritual de vivir para la música» que lo caracterizaba, citando palabras de su colega Cecilio Gómez Bauzá.

Armando Leyva en el piano del salón de la Escuela Nacional de Arte, ENA. Seminario de Piano en La Habana. Junio 2019

Francisco Armando Leyva Alonso nació el 12 de marzo de 1963 en la ciudad de Holguín. Comenzó sus estudios de piano a los 7 años, y, a los 14 años, luego de haber aprobado su examen de Pase de Nivel, continuó sus estudios en la Escuela Nacional de Arte (ENA) en La Habana, donde recibió clases con Alicia Perea. Regresó a Holguín posteriormente, donde ya existía el Nivel Medio Superior, a terminar su último año de formación profesional. 

Según su hermana Carmen Leyva «desde pequeño jugó ajedrez a un nivel alto. Esas fueron sus dos pasiones: el piano y el ajedrez». 

Desde 1983 hasta 1985 realizó el Servicio Social en las Tunas y a partir de este último año hasta 1992 trabajó en la EVA «Raúl Gómez García» y en el Conservatorio de música» José María Ochoa», ambos situados en Holguín. De su clase destacaron estudiantes como Silvio Pupo, Liuba Pupo, Zaily Escalona, y, en el caso del Nivel Elemental, destaca el resultado obtenido con Giselle Grau, quien también trabajó junto a su hermana Carmen Leyva. 

Emigró a los Estados Unidos en 1992, allí impartió clases durante dos años en Filadelfia hasta que se desplazó a Miami en 1994 donde se vio obligado a alejarse de la enseñanza y realizar otras labores. 

Fue en 2016 cuando regresó a Cuba de manera definitiva, e, inmediatamente, comenzó a impartir clases y a apoyar a los alumnos del Pase de Nivel de su provincia, así como a la cátedra de Piano en general. El siguiente curso iniciaría su colaboración en Las Tunas, donde se convirtió en «un apoyo imprescindible», según la maestra Carmen Leyva. 

Irio Vera, quien es el actual director de la EVA «Raúl Gómez García» en Holguín, expresó sobre su hospitalidad y el quehacer cultural de Armando en la provincia: 

Conocí a Armando Leyva a través del profesor Cecilio Gómez, quien me planteó que había retornado de EUA y sentía interés por la enseñanza artística. No se contrató hasta que estuviera actualizada su documentación, pero en toda esa espera se integró a la cátedra apoyando el trabajo con estudiantes con dificultades a los que motivó y salieron adelante. Él hizo la propuesta de captar ocho estudiantes para fortalecer el futuro del piano en la provincia. Puedo decir en su actitud en clases que se auto preparaba, no perdía un turno, al contrario, no le alcanzaban, utilizaba horarios extra, incluso en su casa, que la puso al servicio de estudiantes, profesores y visitantes de otras provincias. 

El 19 de abril de 2019 contrajo matrimonio con la mujer que fuera el amor de su vida, Claudia Noa Macle, también profesora de piano, con quien compartía victorias, y quien fue compañera y amiga inseparable desde entonces. El 4 de diciembre de 2020 nació su única hija, producto del amor del matrimonio, Alice Andrea, sobre la cual la cantautora Lidis Lamorú nos cuenta una bella anécdota, luego de saber el nombre de la bebé: perteneciente al disco Luz y Corazón el tema Cofrecito de canciones se convirtió en la primera canción que la cantautora escribió para un neonato, un tierno tema que habla de todo lo vivido por los padres de la pequeña Alice Andrea. 

En mayo de 2019 se realizó en Villa Clara el Primer Concurso Regional de Piano Amado Touza, donde Armando presentó a dos de sus estudiantes, que resultaron merecedores del Primer Premio de sus respectivos años. En este encuentro se reunió, luego de muchos años, con el maestro Cecilio Tieles, y así comenzó una amistad sólida, basada en el intercambio de criterios profesionales y orientaciones pedagógicas. 

Finalizado el Concurso, Armando ofreció una entrevista sobre los logros obtenidos, para el programa A Buen Tiempo transmitido por Tele Cristal en Holguín. Fueron invitados, además del profesor, dos de los pupilos premiados. En la conversación salen a relucir las aspiraciones de Armando para la ciudad, así como la importancia que le otorgaba al desenvolvimiento de los alumnos en el escenario. Expresó la necesidad que tenía Holguín de motivar a sus estudiantes a mostrar su talento y e intercambiar con pianistas de otras provincias: 

El objetivo es fomentar una mayor capacidad para los estudiantes en toda Cuba, que haya más relación entre ellos, más contacto metodológico: maestros, estudiantes. (…) Por muchos años, yo recuerdo que en Cuba se hacían muchos concursos nacionales, es una cosa (…) importantísima para los estudiantes, y se está rescatando. (…)  El nivel es muy alto; de hecho, el maestro Cecilio Tieles era el invitado de honor y presidente del tribunal, y enfatizó sobre el nivel pianístico en Cuba, que es muy alto y hay mucho talento en este país. 

Impartiendo clases a su alumna Adriana Lorena Caisés. Teatro Eddy Suñol de Holguín, 2019.

Abogaba por una vida artística activa en Holguín, y tenía como aspiración fundar un concurso nacional de piano con sede en esta ciudad. En la misma entrevista ofrece algunos detalles al respecto, así como sobre su intención de nombrar al concurso Frank Fernández, para homenajear al pianista holguinero más reconocido del país: 

Queremos establecer una cultura pianística en esta ciudad tan hermosa, y hacer eventos nacionales aquí, establecer semanas de recitales de piano (…). (…) Parte de la meta es que mis alumnos, estén donde estén, siempre recuerden a Holguín y la formación que tuvieron, con cariño, y que sepan que un nivel profesional alto es lo que les vamos a ofrecer aquí. (…) Estamos buscando el apoyo de todas las instituciones, incluso contactando con la oficina del maestro Frank Fernández para nombrar (el evento como) «Frank Fernández Concurso».  

Uno de los más grandes eventos que organizó en la provincia fue la llamada Semana de la Pianística Holguinera en 2019, con la participación del maestro Cecilio Tieles, quien ofreció un concierto y clases magistrales. Según el profesor Cecilio Gómez «esta era una experiencia que quería vivir toda la cátedra de piano de Holguín. Entre todos apoyamos la iniciativa para llevar a cabo la semana de la pianística, y tuvimos participantes de varias partes del país. Fue una experiencia enriquecedora». Luego del fallecimiento de Armando, no son pocos los profesores que han expresado su deseo de que la Semana de la Pianística Holguinera no deje de tener su espacio una vez al año, y en su homenaje lleve su nombre: Armando Leyva

Claudia Noa, Cecilio Tieles y Armando Leyva en la Semana de la Pianística Holguinera. 2019.

Este sin duda es uno de los más grandes ejemplos de lo que hizo por lograr una unidad entre las cátedras de piano, no solamente de Oriente, donde ejerció su profesión, sino en toda Cuba. Reconozco por experiencia personal, que el trabajo de Armando salía del corazón y era incondicional, jamás hizo algo por un mérito propio, o por ganar una fama inmerecida. Sus esfuerzos siempre estuvieron enfocados en sus alumnos; si alguien debía brillar, eran ellos. 

La anécdota que aporta su alumno graduado de Nivel Medio, César Daniel Pérez Medina lo evidencia, pues cuenta cómo en un recital el profesor Armando, después de interpretar todo el programa, expresó ante el público que estaba cansado y debía finalizar. Aquel acto impulsó a su alumno César a subir al escenario e interpretar el estudio Op. 8 no. 12 de Scriabin que Armando, intencionalmente, había dejado inconcluso: «Al concluir la obra, Armando se puso de pie, me abrazó, y dijo que cualquier otro músico se hubiese sentido celoso de aquello que yo había hecho, pero que en él lo único que cabía era orgullo por sus estudiantes».

Aunque fue corta su estancia dentro de las escuelas de arte, su labor de estos últimos años fue muy intensa, llena de proyectos para beneficio de los estudiantes. Manuel Alejandro Puente, Beatriz Pérez, Adriana Lorena Caisés, Abel David Pupo, Lynne Díaz, Naomi Olaguiber y Luna Gabriela Estopillán, alumnos de su clase, prestaron sus voces aun agobiadas por la pérdida, para decir cuánto lo admiraban y contar algunas historias que ayudarán a conocer más a fondo al maestro y mentor al que sus alumnos veían como a un padre. 

Sus estudiantes hablan de la motivación en cada clase, pues Armando les contaba historias sobre su infancia: cuando, siendo un niño en Holguín, se quedaba sin electricidad y no podía estudiar, se sentía muy feliz; les hacía ver que era humano, que vivió lo mismo que ellos . Todos comentan sobre su hospitalidad y lo servicial que fue, desde buscar personalmente el afinador para el instrumento de sus alumnos, como ir a casa de ellos a recuperar la clase no impartida por falta de electricidad. El respeto por cada uno de los estudiantes, al punto de pedir perdón porque no estaba inscrito en el programa de piano de un concierto, escribir con su puño y letra el nombre y la obra antes de que saliera a tocar, son detalles que develan la persona que era, y cómo se comportaba ante sus alumnos, sin distinción alguna. 

Era un defensor de las clases en público. Promovía la visualización de videos, la escucha de audiciones, la lectura, el estudio. Afirmaba que ver a los compañeros tocar aportaba a la interpretación individual. En sus clases públicas, sus alumnos intercambiaban opiniones y se retroalimentaban, lo que formaba un ambiente particular dentro del actual sistema de enseñanza en los niveles Elemental y Medio. Incluso la forma de integrar conocimientos era novedosa, invitanba a clases a alumnos que no necesariamente pertenecían a la especialidad y pedía opiniones de otros maestros, no solamente de los pianistas. Sus alumnos eran invitados a los ensayos de la Orquesta Sinfónica de Holguín. Entendía la música como una experiencia integral, no particular, y quería formar verdaderos artistas, más allá que pianistas. 

En su caso Beatriz Pérez Álvarez, alumna de la provincia de las Tunas, tiene también una manera muy especial de agradecer y recordar a su maestro. La experiencia de vida de esta alumna estuvo marcada por la falta de seguridad y fue justo cuando decidió abandonar la enseñanza pianística que Armando apareció en su vida para darle una nueva oportunidad, logrando aprobar así su Pase de Nivel, solo a cambio de su tiempo y sacrificio, algo que, expresa, el maestro pidió desde el inicio: «como dijo nuestra directora Nuris Cantallops Borrego: «él logró que yo pasara de ser una oruga a ser una mariposa».

Alumnos de las cátedras de Piano Básico de Nivel Elemental, escuela «Raúl Gómez García» y de Nivel Medio, Conservatorio «José María Ochoa» en Holguín, junto a profesores de la especialidad, entre ellos Armando Leyva, Cecilio Tieles y Cecilio Gómez, 2019.

Su alumno César Daniel expresa importantes aspectos sobre su actitud en clase, cómo valoraba propuestas de digitación o dinámica de los pasajes y los comparaba con videos de su interpretación y de la de otros alumnos:  

(…) En alguna ocasión me dijo: «al alumno, por cada cosa mala que se le diga, hay que decirle dos buenas». No soportaba ver a ningún estudiante, sin importar su instrumento, tocando de manera mecánica o anti musical; al momento iba y lo orientaba. Era del criterio de que «no somos solo estudiantes, sino músicos en crecimiento», y que debíamos actuar como tales, con profesionalidad y entrega. Recuerdo cuando me decía que había encontrado otra versión de alguna obra, y enseguida quería que viese lo distinta que podía llegar a ser una misma obra, y que ampliase mi abanico de posibilidades.

Les inculcaba a sus alumnos un estilo de vida sano, ajeno a la distancia que pueda representar estar en años diferentes de enseñanza o recibir las clases en turnos individuales. Experimentó un tipo de enseñanza grupal, considerando que todo lo que aportara a alguno de sus estudiantes seguramente le serviría a otro. Por ello era importante que se vieran, se escucharan, se impartieran clases abiertas. Su aula y su casa estuvieron siempre a disposición de espontáneos debates, sesiones de videos que había conseguido, libros que había leído y les tocaba a sus alumnos leer. 

Lidis Lamorú, desde su perspectiva de madre y artista, expresa cómo vivió estos años de intenso trabajo de Armando en Holguín: «Hacía una clase abierta en la que los niños y los padres, la familia, aprendíamos de las circunstancias en la que se escribió la obra y de su autor; por qué se tocaba de esa manera, lo que significó en la época, y cómo hoy, al cabo del tiempo, se convierte en un clásico». 

El tema de la relación con los estudiantes se convirtió en uno de los puntos que definieron su pedagogía. Ulises Hernández explica que Armando asumía a sus estudiantes prácticamente como sus hijos, pues, independiente de las horas que dedicaba a cada uno, destacaba en él la preocupación las veinticuatro horas, por dónde, cómo y qué están estudiando. «Creo que eso es una de las cosas que a todos nos asombraba y que respetábamos mucho de Armando: su pasión, su entrega. No había tiempo, distancia, no había Covid, que pudiera impedir un acercamiento al trabajo con esa responsabilidad y con tantas horas dedicación.»

Otro de los puntos distintivos sobre la pedagogía de Armando era la ferviente necesidad de que sus alumnos fueran escuchados por todos los rincones del país, incluso más allá de nuestras fronteras. Su casa se convertía en salón de clases magistrales cuando él invitaba a algún profesor para que escuchara a sus alumnos. No tenía miedo a la crítica y pensaba que todo consejo debía ser escuchado y llevado a la práctica. Varios pianistas fuimos invitados a escuchar y dar nuestro punto de vista a sus alumnos, y a todos nos prestaba la mayor atención y sin interrupciones. Siempre estaba abierto al diálogo y decía que tenía mucho por aprender y mejorar. No ocultaba desconocimiento, en caso de que existiera, y eso lo hacía único, humano frente a sus alumnos; sabía cómo ser empático y siempre dejaba su punto de vista bien expuesto y argumentado. 

El distinguido Dr. Michael Baron, jefe de departamento de teclado de la escuela Bower School of Music en Florida, EE.UU., quien además de ofrecer una beca al estudiante César Daniel, expresó su pensar sobre Armando como maestro de la siguiente manera: 

Yo estaba muy impresionado con su dedicación a sus estudiantes y hacia la comunidad musical de Cuba en general. Él me envió grabaciones y me preguntaba por mi opinión con respecto al trabajo musical. Era bien claro para mí que él era un profesor magnífico. Él les inculcaba a sus estudiantes un buen conocimiento de los estilos musicales, una buena técnica y el amor por la música. (…) Era obvia la admiración que sus estudiantes sentían por todo lo que Armando hacía por ellos. 

En el cuarto de su casa, donde está el piano estuvimos, entre otros: Cecilio Tieles, Ernesto Oliva, Abel Figueredo, Anniela Maldonado, Julia María Barrientos, Yanet Aguilera, Yarima Orellana, Mailín Pérez, el pianista de jazz Ramón Valle, el pianista mexicano Martín Camacho, Eddy Leyva, violinista ganador de premios en concursos nacionales, y la autora de este artículo. Una de las muestras de esa sed de conocimiento es la invitación que hiciera Armando a Fran Paredes, a quien escuchó tocar por teléfono y automáticamente ofreció su casa para que pudiera ir a Holguín a ofrecer un concierto.  

La situación pandémica que ha azotado el mundo desde el año 2019 ocasionó un paro en el quehacer cultural. Asimismo la enseñanza se vio afectada, sobre todo la individual, que resulta insustituible. La pedagogía pianística necesita de las clases presenciales para lograr el rendimiento más alto posible. Las escuelas se vieron obligadas a cerrar sus puertas y los profesores a abrir la mente e imaginar cómo hacer para que los alumnos no perdieran la motivación por estudiar, sobre todo en momentos en los que el estudio individual determinaría qué estudiante avanzaba y cuál quedaba atrás. Fue una preocupación de todos los maestros del país, y en medio de la crisis se crearon varios grupos de WhatsApp como apoyo a estudiantes y profesores. La iniciativa de la profesora Rosalía Capote fue crear el grupo Profesores de piano Cuba que alberga a más de 90 participantes e incluye profesores de todas partes del país. Es un grupo creado para compartir partituras, artículos, libros, entre otros materiales.

Una idea brillante que, sin duda, allanó el camino para que el 24 de mayo de 2020 recibiera una llamada de Armando Leyva, quien, motivado por la idea de usar la tecnología para acercar a los estudiantes de todo el país a los oídos de los profesores interesados en aportar sus conocimientos, me preguntó cómo podríamos hacer para tener un espacio solo para ello, y surgió la idea de crear el grupo Cuba Piano Práctico. Él estaba muy interesado en la palabra «práctico», pues quería que el espacio fuera para la ilustración vívida: «qué maravilloso es escuchar alumnos de Las Tunas, de Guantánamo, de La Habana, y recibir opiniones de esos profesores», fueron sus palabras. Creamos el grupo justamente ese día y poco tiempo después redactamos una fundamentación en la que se pueden leer nuestros deseos de que el grupo sobrepasara las fronteras provinciales y se llenara de invaluables recomendaciones de todas partes del país   

Con el apoyo de cincuenta profesores, el grupo llegó a tener magníficos debates y la intervención de quienes expusieron a sus alumnos; pero el más destacado de todos era Armando, mostraba todo cuanto podía, exponía opiniones y generaba un ambiente de ganas de trabajar, de entusiasmo, que era meritorio. Ulises Hernández, quien es un miembro dinámico del grupo apoyó mucho la idea desde el principio, reconociéndola como una manera que los alumnos tenían para sentir la presión de tocar en vivo, de prepararse para hacer una grabación que iba a ser escuchada. Se convirtió en un método de trabajo, liderado por él.  

Cecilio Tieles, quien es un activo participante del grupo e inicia estupendas conversaciones llenas de sabiduría sobre cada obra que se expone, mencionó que Cuba Piano Práctico ayudó en el estímulo, y concordaba con Armando en que «había que tocar en público lo más posible». Apoyaba cuando subía a Internet las interpretaciones de sus alumnos:

Provocaba admiración constatar cómo crecían técnica y musicalmente en cada nueva muestra de sus talentos. Pero a veces no compartía su criterio en relación con las dificultades de las obras. (…) Nuestros debates estaban centrados en problemas cardinales de la enseñanza del piano, como, por ejemplo, cuál debería ser el grado de la dificultad de una determinada obra y en qué curso o nivel debía indicarse; cuál debería ser el dominio que debía lograr el alumno de esa obra y en cuánto tiempo. En cualquier caso, considero que lo más destacable de su método es que contagiaba a sus alumnos con las ganas de trabajar, de superarse, de ser ambiciosos en el mejor sentido de la palabra.

Es cierto que no todos los criterios pedagógicos de Armando eran apoyados por todos los maestros. El  grupo Cuba Piano Práctico alberga querellas entre varios colegas, por ejemplo entre Cecilio Tieles y Armando Leyva, quienes no compartían la misma opinión en cuanto a los programas de los alumnos. Según expresa Ulises Hernández, este punto de vista era «discutible» pues depende del alumno y del profesor. En el proceso de preparación de un alumno convergen disímiles factores. Ulises considera que Armando aceleraba el proceso pues algunos de sus alumnos tenían el nivel necesario para asumir esos repertorios, sobre todo a finales del Nivel Elemental y algunos alumnos del Nivel Medio: «Su inquietud por subir lo antes posible el nivel pianístico de sus estudiantes podría definirlo como pedagogo.»

La profesora Carmen Leyva también comenta sobre esta característica de su enseñanza: la búsqueda constante de información, de estar actualizado, escuchando música y leyendo mucho. Prefería que un estudiante hiciera varios estudios de diferentes dificultades a tenerlo horas con ejercicios técnicos. Decía que «el programa puede madurarse mucho hasta alcanzar el nivel técnico y musical deseado, pero cuando llevas un tiempo trabajando, debes añadir otro programa, pues estos estudiantes de ocho a dieciocho años son muy jóvenes y la madurez es difícil de lograr. Se debe aprender más con más obras». 

Cecilio Tieles comenta cómo la impresión general es que Armando lograba que sus alumnos alcanzaran niveles notables de calidad, y, en caso de no ser óptimos los resultados, se debía a la dificultad de las obras que superaban las posibilidades técnico-musicales de los alumnos e impedían una mejor interpretación. Sin embargo, lo sobresaliente era la entrega de esos alumnos y la convicción con que interpretaban las piezas.

La necesidad de que el alumno se expusiera al público caracterizaba la pedagogía de Armando Leyva. Logró que sus estudiantes tuvieran la oportunidad de tocar en un piano de cola, el único del teatro Eddy Suñol en la ciudad de Holguín, ya que el Conservatorio no cuenta con uno propio. A partir de la gestión de Armando, las graduaciones comenzaron a realizarse en este teatro, con un auditórium y un buen instrumento.  

La participación del profesor en la escena fue otro de los ideales que defendió. Todos sus alumnos lo vieron tocar en vivo, en sus clases siempre interpretaba para ellos, se mostraba como ejemplo, conocía los nervios del escenario y transmitía todo tipo de consejos para dominarlos, estudiaba y era un activo pianista. Al respecto, Ulises Hernández expresa que Armando luchó por la presentación escénica, tanto del alumno como del profesor: «Es muy motivador, se crean lazos muy especiales con el escenario, con la conducta profesional. Promovía una actitud grupal, de colectivo (…) en el caso de Armando y sus estudiantes el ambiente era de compartir, de camaradas, amigos, hermanos haciendo música (…).»

Carmen Leyva relata: 

Armando propuso a los profesores que participaran en recitales y dio el ejemplo tocando él primero. Esto  nunca había acontecido en Holguín. El nivel en general de la cátedra de Piano, tanto en la EVA como en Nivel Medio se elevó gracias a sus iniciativas de incentivar a los estudiantes y profesores a participar en clase abiertas, recitales y concursos. 

Fran Paredes comparte también esta idea del maestro-intérprete: «Dado que el profesor tiene por fuerza que hacer carrera pianística, si es en activo, mejor, en el caso que nos ocupa, para tener pleno conocimiento de lo que enseña y demostrarlo al alumno in situ de modo indudable». 

Por su parte, Cecilio Tieles señala que la gran diferencia entre un profesor-intérprete y un profesor a tiempo completo, radica en que el último va olvidando lo que significa tocar en la escena, los nervios y emociones que distorsionan las sensaciones trabajadas durante horas. Además, pretende una «perfección» imposible. El profesor-intérprete ayuda con su ejemplo al alumno, pues comparte con éste cómo afrontar la preparación de la actividad pública, cómo estudiar, qué hacer para dominar los nervios e intentar no perder el control. «Salir a escena, o subir al Grupo las interpretaciones de los alumnos, requiere cierto grado de valentía, seguridad y rigor que demostraron los iniciadores del Grupo.» 

No es de extrañar el gran respeto, la admiración, el cariño que sembró en todos los que lo conocimos. Armando Leyva dedicó los últimos años de su vida por la enseñanza, la pianística y la ciudad de Holguín, aportó ese espíritu joven y las ganas de lucha que le sobraban. 

El Dr. Michael Baron, expresó en su carta las siguientes palabras: 

Armando siempre quería lo que era mejor para sus estudiantes. Yo creo que todos los que somos profesores impartimos algo de nosotros mismos en nuestros estudiantes y de esa forma un poquito de nuestro ser es transmitido de generación en generación. El mundo va a ser un lugar más triste sin Armando, pero él vive en todos los que fueron inspirados y movidos por su dedicación a la música. 

Ulises Hernández lo catalogó como «un niño con su juguete, que era el tema este de los alumnos y el piano». El lugar de este maestro, amigo, colega, pedagogo, educador, es insustituible. Sus alumnos, quienes sufrieron el síndrome del abandono paternal que provocó su repentino fallecimiento, sólo tienen palabras de agrado para él. Cuando tantos lloran la muerte, muy bueno ha debido de ser en vida, porque el ser humano que se va, merece todo lo que hacen por él los que se quedan aquí. Rendirle tributo a este hombre es lo menos que podía hacer, de esta forma tan simple, con el afán de dejar inmortalizado el nombre de mi amigo, y más que eso, de quien defendió lo que tanto ama sobre todas las cosas, haciendo mías las palabras de sus alumnos: no había día, hora, mes en que no pensara en ellos, en que no los llamara, en que no se preocupara por su quehacer artístico. Cuando le pedí a los alumnos que dejaran una frase que les recordara a su maestro, lo definieron como un «evangelio vivo». 

Su hermana Carmen Leyva, quien ejerció la enseñanza en Holguín durante más de dos décadas, describe su dedicación: «aun estando grave, ingresado, veía las grabaciones de sus estudiantes. Holguín nunca ha tenido a nadie que haya luchado más por la pianística en general». 

La autora junto a Armando, 2020.

Su esposa lo recuerda como «un ser de luz», «un ser humano excepcional» y se expresa con las siguientes palabras: «soy la mujer que más orgullo siente del maravilloso ser que Dios puso a mi lado como esposo, y que dejó una huella imborrable en tantos. Es y siempre será único.» 

Holguín recordará siempre tu palabra, Armando: guerrero, como hiciste honor al significado de tu nombre, luchador incansable por tus metas, por tus discípulos. Dejaste «armado» un legado que no se detendrá, porque hiciste a las personas creer y sacaste a Holguín a la luz, porque en toda Cuba se conocen estudiantes de tu clase, gracias a lo que fomentaste, porque supiste aprovechar cada espacio y escuchaste consejos de todos. Empezaste a forjar un futuro diferente, y dejaste «armando» futuras promesas, que un día en el escenario dirán tu nombre imborrable. Tus alumnos no te olvidan, tus colegas te respetamos y admiramos. Holguín te agradece tu entrega incondicional y tu amor al piano te inmortalizó. 

2 comentarios en “Armando… Futuras promesas

  1. Anamary Cruz

    Gracias por tan bello homenaje, tan merecido, Armando llegó como una lluvia de bendiciones a todos los que lo conocimos, creando con amor y la ilusión de un ser humano maravilloso, tantas cosas buenas 🤗 Un abrazo eterno a su alma inmortal

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  2. Olga Valientes Raluy

    Excelente y Merecido Trabajo sobre Armando Leyva. Rico en detalles que pueden conformar una Idea clara y justa de lo fue y por lo que Siempre será Recordado y Motivará a generaciones presentes y futuras a tomar Su Ejemplo!!! Muchas gracias!

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